La noticia económica de la semana ha sido la alarma lanzada por la economista jefe de la OCDE, Laurence Boone, de que nos dirigimos hacia una nueva recesión de carácter global. Un escenario previsible pero que se puede evitar si los gobiernos actúan con rapidez y ambición.
La primera aludida
es Alemania, que ya coquetea con la recesión y que con eficacia
germana ya ha anunciado un plan de gasto público extremadamente
ambicioso. Nada menos que 40.000 millones de Euros de inversión
pública dirigida, además, a poner en marcha la transición
ecológica con medidas en transporte, energía, vivienda y
modernización de agricultura y ganadería.
Lo esperable en la
OCDE son sus recomendaciones habituales de desregulación,
privatización y abaratamiento del despido. La novedad está en la
insistencia casi suplicante con la que la señora Boone ha reclamado
a todos los gobiernos de los países industrializados que eleven su
inversión y gasto público con una política fiscal expansiva que
reactive la economía y así frenar el ciclo recesivo: Keynes en
estado puro. Muy desesperados tienen que estar.
¿Les parece
razonable? A mi mucho. Y además me suena, porque es justamente el
eje central del programa con que Izquierda Unida, dentro de Unidas
Podemos, concurrió a las pasadas elecciones de abril y concurriremos
a estas: cambio del modelo productivo hacia una economía verde,
apoyado en una reforma de los impuestos que permita al estado obtener
los ingresos para financiar esa transición.
Porque no nos
engañemos. En una Europa endeudada hasta la barbilla (España más
bien hasta las cejas) la única forma responsable de pagar esas
inversiones masivas que pide la OCDE para evitar la crisis será
subir los impuestos a los más ricos. Los que se han llenado los
bolsillos la década de la crisis, entre otras cosas, con la deuda
pública.
Lo que me llama la
atención del asunto es que tengan que venir la OCDE y Merkel a
abanderar las tímidas políticas keynesianas que en España solo
defiende Unidas Podemos y que son justo las que se ha negado a
aceptar Pedro Sánchez, al frente de un partido que se llama
socialista, para formar un pacto de gobierno. Que anden los barones
del PSOE más cerca de pactar con Ciudadanos o el PP y sus recetas de
iluminados ultraliberales, capaces de llevar a España al abismo de
una recesión para la que ya no quedan balones de oxígeno. Estos
siguen soñando con bajar impuestos, abaratar el despido, despedazar
servicios públicos y dar la espalda a la emergencia climática. Y
todo el que les lleve la contraria es un rojo peligroso (supongo que
Merkel y la OCDE también)
Me recuerda la
situación a lo que un día decía Julio Anguita a propósito de la
derechización en nuestro país, que muy mal tenía que estar España
para que defender la constitución y reclamar su cumplimiento en
materia de democracia, derechos fundamentales o derechos económicos,
tal y como lo hacía Izquierda Unida, resultara revolucionario. Muy,
pero que muy mal tiene que estar la situación política en España
para que reclamar la sensatez económica más elemental sea tachado
de radicalismo izquierdista.
Ya saben ustedes...
el 10N a votar. Esta vez el corazón y la cartera caen del mismo
lado: la izquierda sin complejos.
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