Valores y Conveniencias

Una de las mejores noticias del año para Granada es la conversión del Partido Popular a la verdadera fe en la movilidad sostenible. Hasta hace cuatro días, su presidente provincial era un verdadero cruzado contra el transporte público en general y el metro en particular. Solo unos años atrás, declaraba que "El Metro de Granada es un paripé que no va a funcionar" (EuropaPress 14.sep.2017) o que "con el metro se van a tirar a la basura 600 millones" (GranadaHoy 3.oct.2013). Años después, el metro es un éxito y el actual gobierno andaluz, del PP, nos anuncia el estudio para su ampliación, tal y como se pactó en el PGOU en el año 2000. Bienvenidos sean, veinte años tarde, a la política de movilidad sostenible.

La noticia es buena. Queda por saber si la conversión es verdadera o sólo es apariencia. Si detrás de este giro radical hay un relevo ideológico y quizá generacional en la derecha, que les ha hecho descubrir la necesidad de apoyar el transporte público y si se trata tan sólo de mera conveniencia. Hace unos años, siendo oposición, la conveniencia de decir cualquier cosa contra el gobierno andaluz y ahora, como se es gobierno, la conveniente defensa de una obra pública por parte de quienes se ven con la posibilidad de administrar y repartir los contratos millonarios de una gran inversión. A fin de cuentas, estamos hablando del partido de la trama Gürtel.

No es que me agrade pensar mal, pero estos virajes escaman y sorprenden. Tanto como la repentina fe en la capacidad del gobierno autonómico de la Junta de Andalucía. Monstruo devorador de competencias hasta hace dos años para el PP granadino y ahora paraíso de la eficacia en la que se debe volcar la administración de Palacio de Congresos, Parque de las Ciencias, Consorcio Fernando de los Ríos... ¿Recuerdan cuando se iba a recuperar el gobierno de la Alhambra para la ciudad? Hace tan solo unos años, el PP de Granada, defendía vaciar de competencias las comunidades autónomas (en las que era oposición) para volcar todas esas competencias en las diputaciones, en las que, casualmente, era gobierno. Ahora no solo defiende lo contrario, sino que lo aplica con mano de hierro, saqueando el poder político de los granadinos para llevarse a Sevilla la dirección de todo lo que puede.



Las evoluciones en política o los pactos con la realidad son comprensibles, y hasta convenientes. Pero esto es otra cosa. Por muy bien pensado que quiera ser uno, parece evidente que detrás de estas maniobras está la mera conveniencia cortoplacista de acumular poder e influencia. Ni un esquema coherente de defensa de los intereses de los administrados ni un esquema ideológico de valores que resista el paso del tiempo. Puro interés táctico a corto plazo.

Ahora a quienes nos llega la prueba de fuego es a la izquierda. El pacto de gobierno que ha firmado Unidas Podemos (dentro de la cual se halla Izquierda Unida) es, ante todo, un pacto con la realidad. La realidad de ser la parte minoritaria de un acuerdo de gobierno con un PSOE que renunció hace mucho a construir el socialismo y sólo aspira a administrar un capitalismo menos inhumano que el que gusta a los dueños de los medios de producción. Para defender a esos ya están las tres derechas. Pero aún así, el acuerdo es bueno, nos acerca a la media europea de justicia fiscal y de inversión pública (que no gasto) en salud y educación: corrige abusos heredados en asuntos como el alquiler y las relaciones laborales; apunta al cambio de modelo productivo que necesitamos y, sobre todo, a la transición ecológica para la que ya vamos tarde.

Un buen acuerdo que supone un paso al frente desde los valores de igualdad, libertad y fraternidad. Pero ese acuerdo hay que cumplirlo. Las mujeres y hombres de izquierda que seguimos aspirando a construir el socialismo, no podemos caer en la inversión de la relación entre instrumento (gobierno) y fin (cambio social) y acabar poniendo el carro delante de los bueyes. Desde los valores y la responsabilidad, tenemos que estar dispuestos a dar por terminado el gobierno tan pronto el PSOE pretenda ceder a coyunturas, presiones o componendas que supongan una traición a su contenido. Otra cosa será la fuerza mayor, si se presenta. Porque apoyamos este acuerdo desde la ética de los valores, no desde la mera conveniencia. Eso lo dejamos para quienes hoy quieren un metro y mañana dos palmos.

Publicado en el independiente de granada

3.enero.2020


Comentarios