La ONU dice NO a los recortes por la crisis de deuda.

"El ejercicio de los derechos fundamentales de la población de los países deudores a la alimentación, a la vivienda, a la vestimenta, al empleo, a la educación, a los servicios sanitarios y a un ambiente sano, no puede estar subordinado a la aplicación de políticas de ajuste estructural y de reformas económicas debidas a la deuda"
Resolución del Consejo de Derechos Humanos de la ONU
23 de abril de 1999.

En los próximos meses el nuevo Presidente del Gobierno de España comenzará a aplicar un plan de "austeridad" implacable, argumentando la grave situación de la crisis de la deuda de España y Europa. No es verdad. Tal actuación es contraria a la doctrina de las Naciones Unidas y, además, existen alternativas.

La Deuda o La Vida. Con ése título, y la radicalidad que merece, trata el asunto de la trampa de la deuda el libro de Damien Millet y Eric Toussaint, recién editado por ICARIA y cuya lectura recomiendo vivamente a toda aquella persona que quiera comprender el inmenso entramado que acecha tras las noticias sobre "primas de riesgo", "refinanciación bancaria", "planes de ajuste" o "bonos alemanes".

¿Se puede esgrimir el endeudamiento público como un argumento "neutro" para justificar recortes, contrarreformas laborales o privatizaciones? ¿Se pueden exigir responsabilidades a quienes prestaron de forma irresponsable? ¿Es siempre legítima la deuda que figura en los libros de contabilidad de la gran banca? ¿Puede un pueblo, de forma unilateral, repudiar la deuda y negarse a satisfacerla? ¿Cuándo? ¿Cómo?

El subtítulo del libro no puede ser tampoco más expresivo: "Europa en el ojo del huracán", y es que, los autores defienden la tesis de que Europa es el objetivo de los especuladores globales, en buena medida también europeos, con la finalidad de enriquecerse durante décadas con el endeudamiento de los estados, la nacionalización de riesgos y pérdidas del sector bancario y el retorno de la obtención de altas tasas de ganancia en el sector productivo gracias a un programa de planes de ajuste similar al que hace un par de décadas aplicaron el FMI y el Banco Mundial en Latinoamérica.

La lectura de los sucesivos capítulos nos permite comprender que los llamados rescates de las economías griega, islandesa o portuguesa no son sino planes de condena de cada uno de sus pueblos, para rescatar las finanzas privadas de los bancos alemanes, franceses o españoles titulares de las respectivas deudas; que hay condiciones para un crack financiero aún más grave que el pasado; cómo se están enriqueciendo con la crisis de forma desmesurada los mismos que la han provocado y la profunda complicidad de los gobiernos europeos con todo el entramado.

Con rigor implacable, los diversos autores analizan, estado a estado de la Unión Europea, la estafa de la conversión de la deuda privada en deuda pública, el circulo vicioso del endeudamiento estatal para beneficio de los bancos privados prestatarios, el papel cómplice del BCE, los efectos de los planes de ajuste sobre las poblaciones. Y lo más importante de todo, cómo, en la mayoría de los casos, los pueblos de Europa ya hemos pagado de sobra todo lo que "legalmente" debíamos a los bancos, lo que no evita que la deuda siga creciendo año a año. Especial mención merece el apartado dedicado a analizar los conflictos de intereses de las agencias de calificación.

No es un libro académico. Es una invitación a la acción y a la movilización. Es un libro político, que termina mostrando las experiencias de Argentina, Ecuador o Rusia, que desafiaron a las instituciones internacionales, se negaron a pagar la deuda, renegociaron su situación y salieron victoriosos. De hecho, quizá el aspecto más impactante del libro son los capítulos finales que exponen con profundidad los argumentos jurídicos internacionales que pueden permitir el repudio de la deuda, en función de la casuística tanto del origen de dicha deuda como de las circunstancias por las que atraviesa el estado deudor o la gestión histórica realizada de los préstamos.

Los autores nos invitan a la rebeldía, a poner en marcha un programa que pasa por:
1. Una auditoría rigursa, con protagonismo social de la Deuda Pública.
2. Un registro de "tenedores de deuda".
3. La negativa a pagar las deudas consideradas ilegítimas.
4. Una moratoria en el pago y la renegociación de los préstamos.
5. La creación de mecanismos de control financiero.
6. La negativa a aplicar cualquier plan de ajuste o recorte en los servicios públicos.
7. El procesamiento de los culpables de endeudamiento ilegítimo.

Accedí a este libro, presentado en una conferencia por el propio Toussaint, en el marco de las jornadas "Viviendo en deudocracia" de la plataforma ¿Quién debe a quién? y de la Red Para la Abolición de la Deuda Externa. Una extensa red de movimientos sociales reclama la aplicación de un programa político de repudio de la deuda, pero ese programa pasa, como punto de partida por una ámplia movilización social. La Izquierda parlamentaria tiene que formar parte de esa movilización, de esa lucha. Por eso me alegra que el compañero Alberto Garzón, en su declaración "Lo que necesita Europa. Demandas clave de la izquierda" incluya la auditoría y reestructuración de las deudas públicas. Espero con interés el momento en el que IU lleve al congreso el debate sobre el repudio de la deuda, y espero que seamos capaces de acompañar ese debate con la necesaria movilización en la calle como para que no pase desapercibido.

Es la deuda o la vida, y en defensa propia tendremos que actuar.

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