De la noche a la mañana, el alcalde de Granada anuncia que pretende trasladar la estación del AVE al extrarradio de la ciudad. (Ojo: "del AVE")
En
2016 celebraremos el 150 aniversario de la construcción y entrada en
funcionamiento de la Estación de Ferrocarril de la Avenida de
Andaluces. Fue en 1866: Cuba y Filipinas formaban parte de España,
ni las mujeres tenían derecho a voto ni existía el sufragio
universal; acababa de abolirse la esclavitud en Estados Unidos y en
España reinaba Isabel II. La decisión, tomada aquel entonces, de
colocar la estación de ferrocarril en su actual ubicación, sigue
teniendo efectos en nuestras vidas y en el trazado de nuestra ciudad,
hoy. Siete generaciones después.
Cuando
se habla del traslado de la estación de ferrocarril de Granada, se
está hablando de una decisión que determinará la ciudad y su área
metropolitana para los próximos 100 años al menos, al igual que la
actual ha determinado decisiones sobre el trazado de la Avenida de la
Constitución, de la Circunvalación o del metro ligero. Quien crea
que una decisión así puede tomarse sin contar con la ciudadanía,
desde un despacho y en unos meses, ni es un demócrata, ni es
responsable, ni puede ser considerado más que como un frívolo
populista.
La
realidad del ferrocarril en Granada es grave, y lo de menos es la
ubicación de la estación. Lo preocupante es que se están dando
todos los pasos para dejar a Granada como un apeadero de un ramal
secundario del AVE, exclusivamente para pasajeros, con destino a
Málaga.
El
ferrocarril es el modo de transporte más económico, tanto en cuanto
a costes de personal como en cuanto a consumo energético. Hablar de
capacidad de transporte de personas y mercancías por ferrocarril es,
por tanto, hablar de uno de los factores clave en términos de
competitividad para industria, comercio, agricultura y turismo.
Granada es un territorio deficitario en materia de transporte por
ferrocarril. Con 20 metros de ferrocarril por Kilómetro cuadrado de
territorio, como cuenta Granada, frente a los 30 metros de
ferrocarril por Km2 de superficie en el conjunto de España, o a los
lejanísimos 46 m/Km2 de Francia o los 68 m/Km2 de Gran Bretaña, es
dificil pretender que nuestros costes de transporte no se coman una
parte determinante de la rentabilidad empresarial.
Queremos
desarrollo económico para nuestra provincia. Por eso, reivindicamos
el mantenimiento de líneas como la Granada-Linares, que el gobierno
central pretende recortar, pero también el mantenimiento y mejora de
las conexiones con Sevilla, Madrid y Barcelona, adecuando los
horarios a la demanda real. Esto es sólo conservar lo que tenemos.
Lo que necesita la economía provincial es, además, que se tome en
serio el desarrollo de la conxión para personas y mercancías tanto
del puerto de Motril como hacia el Levante, por Guadix y Baza hacia
Murcia.
Esto
es lo que nos debe preocupar: que nos están quitando la
infraestructura del futuro, y mientras tanto pretenden distraernos
con el falso debate sobre la ubicación del AVE en Andaluces o en
Cerrillo Maracena.
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