Un ejército de Ninis para salvarnos a todos

Andalucía, con un paro juvenil del 59% y un abandono escolar temprano del 25%, tiene el record de España absoluto en producción de ninis. Nuestros jóvenes dejan los estudios para irse al paro. No es que en el resto de España la situación sea ideal, pero las cifras son algo menos escandalosas: 19,4% de abandono escolar temprano y 42% de desempleo juvenil. Alto, sí, pero con un abismo de 17 puntos por medio respecto a Andalucía que evidencia el desierto laboral con el que choca nuestra juventud.

Presume la señora consejera de educación del éxito del gobierno andaluz al haber conseguido reducir ese abandono escolar temprano, pues hace 10 años era un 35%. Es cierto. La cifra mejora... lo que no dice la señora consejera es que en aquel lejano 2007, el paro juvenil en Andalucía era del un 24% y que ha subido un 250%. Muchos jóvenes dejaban los estudios, sí, pero era para irse al empleo fácil en la hostelería, el comercio o, sobre todo, la construcción y sectores satélites. Ahora, la cuarta parte de la juventud andaluza está dando un salto alarmante de los pupitres del instituto a las placetas de los barrios.

Son conscientes de que el mismo futuro de mierda les aguarda estudien o no. Eso sí, librándose en el segundo caso de tener que madrugar y aburrirse en clase. Porque hoy en día, estudiar es un pasaporte para la explotación, la precariedad, la emigración o todo eso junto. Me cuenta un amigo, recién licenciado en Física y bastante brillante, que trabaja 10 horas diarias como programador para una gran empresa; que se ha tenido que cambiar de ciudad para lograr el empleo y que cobra menos de 850 Euros mensuales. En cambio, los chavales de mi barrio que se han montado un interior de marihuana en casa, ya son mileuristas sin selectividad ni nada. ¿Desde qué superioridad moral o cálculo racional va a venir un funcionario a explicarles que su decisión es incorrecta?
Sin llegar a esos extremos, ocultos en los bloques de viviendas, charlando en las plazas o dispersos en el ámbito rural, hay decenas de miles de jóvenes pasando ociosos cada día. Solo esperan alcanzar un subsidio, un curro ocasional o algo parecido que les de un dinerillo para el fin de semana o para comprar alguna de las cosas que ven por la tele. Ese es su proyecto de vida por ahora. Y llevan ya años así. Se han criado en eso, porque van ya 10 años de crisis.

Seamos conscientes de la profundidad del problema que tenemos en Andalucía con esta generación perdida. Jóvenes de hoy que tenían siete o diez años cuando sus padres quedaron en paro en 2007 y que no han conocido otra cosa que la escasez y la ausencia de futuro; que han asimilado que el esfuerzo no alcanza recompensa. Esta sociedad les ha educado para catedráticos de nihilismo hedonista. ¿Cómo vamos a reciclar a estos chicos y chicas? Salvando las distancias, en Colombia, los hijos de la guerra que han militado en la guerrilla o en los paramilitares, van a participar en programas de reinserción específicos. Es necesario, pues se han formado como personas en un entorno patológico de violencia y sus modelos cognitivos y de conducta son inapropiados para la vida civil. Asimilemos la papeleta que tenemos con esta masa de jóvenes que llevan años sin estudiar ni hacer un trabajo serio, sin respetar un horario, sin tener que acatar disciplina alguna, sin realizar esfuerzos frustrantes para superarse a sí mismos... tratados por esta sociedad como si fueran prescindibles, inútiles y sin otro valor que su (escasa) capacidad de consumo.

Desde la izquierda, se impone un programa de acción en varios frentes. El primero, pelear con denuedo con los gobiernos para lograr planes de empleo juvenil de emergencia. Pero de empleo de verdad, no de quince días, que requiera esfuerzo, tenga valor y ofrezca recompensas. El segundo, recuperar el carácter público y con tasas asequibles de toda la educación superior junto a una reforma profunda de la formación profesional que amplíe tanto los centros como la oferta de especialidades, para hacerla más diversa y adecuada. El tercero, una política de inspección laboral que detecte el fraude generalizado en esos puestos de trabajo a los que aspira la juventud, que son en los que se concentra el abuso y la explotación ilegal. Sólo entonces podrá aprovechar esta generación los puestos de trabajo que se creen en un cambio de modelo productivo del que todo el mundo habla pero que sólo la izquierda concreta.

Pero la primera tarea de la izquierda es despertar la rebeldía en esta generación. Devolverle su autoestima e ilusionarla con un futuro mejor que esperar la pensión no contributiva viendo MYHYV en el sofá de los padres. Ellos y ellas están llenos de capacidades. Es la sociedad la que ha fallado. Son tratados por el sistema como "excedente de mano de obra" cuando en realidad es el capitalismo quien muestra incapacidad para el uso eficiente de los recursos, incluidos los humanos. Se impone la urgencia de un ambicioso programa de intervención social con la juventud que incluya democracia participativa, ocio creativo, cultura crítica, creación de cooperativas, formación de redes de apoyo mutuo y mejora de los barrios, desarrollo de formas de comunicación propias… facilitar el despertar de la juventud. Tenemos algunos ayuntamientos para empezar a hacerlo ¿Empezamos?

¿Y si los ninis son la solución? ¿Y si los ninis son el futuro? Esta generación necesita pasar de estar en las plazas a ocuparlas, de chatear en las redes a hacerlas arder. Convertirse en sujeto político y decir que ya está bien. Convertirse de masa informe en ejército de ninis dispuestos a tomar lo que les pertenece. Son nuestros jóvenes, son los hijos e hijas de la clase trabajadora. ¿Hay alguna tarea más importante? Cuestión de clase.

Publicado el 27 de marzo de 2017 en www.elindependientedegranada.es

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